La automatización y robotización a la española. Así hemos querido titular este post. La industria 4.0 en la que se enmarca la automatización y la robotización industrial es una realidad que poco a poco va calando en el tejido empresarial español. El último dato disponible, de agosto, muestra que la producción industrial española crece a ritmos del 2%, mientras que en la eurozona alcanza el 3,5% y en la Unión Europea, el 3,8%. La industria se recupera, pero poco a poco.
«Hablar de reindustrialización significa definir el futuro que se quiere para la economía del país, pero este proceso debería orientarse hacia una industria distinta, adaptada a las nuevas tecnologías y a la digitalización», explica Jordi Sevilla, economista y exministro de Administraciones Públicas. Sevilla señala que «la realidad demanda una industria intensiva en tecnología ligada a la digitalización y a nuevas realidades como la robótica». Esa es la esencia de la reindustralización de España.
En este sentido, la industria española es particularmente competitiva en alimentación y bebidas, metal o papel, sus principales industrias, pero también en material ferroviario, destaca la Federación de Industria de CCOO en su último informe. Existe margen de mejora, sobre todo en industrias como electrónica y TIC o maquinaria y equipo mecánico, además de en otros grandes sectores como el químico y farmacéutico, o el de vehículos de motor, donde también parece haber aún cierto recorrido. Pero el gran reto de la industria española pasa por no perder el tren de la industria 4.0.
Empresas demasiado pequeñas
Gran parte del problema español es de tamaño. El 80% del sector tiene menos de una decena de empleados, lo que frena la competitividad. Son las llamadas microempresas. Irlanda tiene una media de 38 empleados, Alemania de 35 y Reino Unido de 21, cuando la media europea es 17. Las cifras son del estudio Propuestas para la Reindustrialización en España, elaborado por Deloitte en colaboración con IESE Business School.
Además, este tipo de compañías invierte poco en I+D: un 1,3% del PIB, del que solo el 53% está financiado por las empresas. Estos datos contrastan notablemente con las cifras de Alemania, donde la inversión en I+D representa el 3% del PIB, del que el 78% es financiación de las empresas.
Con todo, hay datos para la esperanza en cuanto a la automatización y la robotización industrial. España cuenta con experiencias exitosas entre las que merece destacar la agencia vasca de innovación (Innovasque) y la red de institutos tecnológicos de la Comunidad Valenciana (Redit), enumera Jorge Fabra, socio fundador de Economistas frente a la crisis.
Opiniones de algunos expertos
Fabra insiste en dejarse iluminar por la industria inteligente, los servicios avanzados destinados a empresas, que aportan más del 16% en el PIB español. «Desde una agroganadería más cerca de la biotecnología a la construcción conectada con la domótica y lo nuevos materiales y la suficiencia energética», enumera. «Estos servicios son fundamentales para que la economía española esté basada en la creación de valor», cierra.
«España no puede aportar low cost puro y duro», concuerda Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas. Manuel de la Rocha Vázquez, director del área de Economía de la Fundación Alternativas, coincide y vuelve a preocuparse por el tamaño de las empresas. «Las grandes y medianas lo tienen más que resuelto», introduce, «porque son punteras». El problema de nuevo, considera, «es cómo hacer que las microempresas crezcan y se suban al tren de lo 4.0».
Para completar este artículo de Levante-EMV, adjuntamos otro enlace de La Razón con un vídeo con testimonios de un equipo de empleados de varias grandes empresas españolas explicando el papel de la robotización y automatización en los empleos futuros.